Diez joyas sumergidas

Palacios sumergidos, galeones hundidos y ciudades completas que reposan sobre el lecho marino. Los amantes del submarinismo disponen de un amplio catálogo de maravillas para descubrir en mares y océanos de todo el mundo. Desde el palacio de Cleopatra en el puerto de Alejandría hasta una ciudad entera en Shi Cheng, en China, o los enigmáticos restos de una olvidada civilización en Pohnpei (Micronesia), escogemos diez de los más bellos e impresionantes.

01 Una ciudad milenaria bajo el agua

SHI CHENG (CHINA)

Viajar a una ciudad con dos milenios de historia siempre resulta interesante, pero en este caso se convierte en una auténtica y literal inmersión en el pasado: Shi Cheng, villa de las dinastías Ming y Qing, se conserva íntegramente en el fondo del lago Qiandao –lago de las Mil Islas–, en la provincia china de Zhejiang.





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Panorámica del lago Qiandao, en la provincia china de Zhejiang. / Keren Su/getty

Fundada alrededor del año 25 después de Cristo y conocida durante siglos como la Ciudad del León, en 1959 la construcción de la presa hidroeléctrica del río XIn’an la sumergió en el fondo de un enorme lago artificial con un millar de pequeñas islas. Se salvó así de la voracidad de los promotores urbanísticos que desde su apertura al capitalismo –hace tres décadas– ha arrasado gran parte del patrimonio cultural de las antiguas ciudades chinas. El Lago de las Mil islas es hoy un destino turístico muy popular dentro del gigante asiático, aunque no todos pueden sumergirse para contemplar cómo era hace muchos siglos.

Bucear en Shi Cheng es espectacular. Esta ciudad milenaria de piedra yace entre algas y peces, mostrando los detalles de la arquitectura china, con leones y dragones tallados en sus muros. Además de la muralla que rodeaba la ciudad, se pueden contemplar muchos edificios de las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911). Además, como fue sumergida de forma precipitada, sus habitantes no tuvieron tiempo de recoger todas sus pertenencias, así que, comercial, floreciente, monumental y bulliciosa, la ciudad se mantiene tal y como era. Nos sentiremos auténticos arqueólogos en busca de los secretos entre restos fantasmales que yacen para siempre bajo las aguas de Qiandao.

Hay agencias que organizan inmersiones, como Big Blue, desde Shanghái. Es necesario acreditar un curso de submarinismo avanzado –se desciende a una profundidad de 25 metros– y llevar traje de neopreno: la temperatura del agua, entre los 10 y 20 grados centígrados, ha contribuido a conservar las ruinas en un estado asombroso.

02 El ‘Titanic’ español

CABO DE PALOS (MURCIA)





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Reserva marina de Cabo de Palos, en Murcia. / getty

La zona del Cabo de Palos, en la costa murciana, ha sido desde la Antigüedad un punto estratégico para el tráfico marítimo. Desde los tiempos de fenicios, griegos, romanos hasta la actualidad, estas aguas han visto pasar embarcaciones de todo tipo sorteando sus escollos, o naufragando. Custodiadas por un espectacular faro, se han convertido, además, en uno de los más importantes cementerios de pecios del Mediterráneo, con más de 50 barcos reposando a pocas millas –o incluso metros– de la costa.

Muchos de ellos naufragaron por la implacable eficacia de los submarinos alemanes en las dos Guerras Mundiales. Otros, sencillamente, colisionaron contra los fondos rocosos y se hundieron accidentalmente cuando navegaban entre Italia y América. Entre los mas famosos están El Naranjito, Carbonero o Thordisa/Lilla, Stanfield y el Sirio, cuya singular historia que le ha valido el título de Titanic de los pobres. El naufragio de este barco es la mayor tragedia en la historia de la navegación civil en las costas españolas. El 4 de agosto de 1906, en un día claro y tranquilo de verano, el Sirio, vapor trasatlántico que cubría la ruta entre Génova y Buenos Aires, se aproximó demasiado al litoral cerca de las Islas Hormigas, frente a Cabo de Palos. No se sabe muy bien la causa, pero terminó encallando en el llamado Bajo de Fuera, una barrera rocosa de 100 metros de longitud con escarpadas agujas a tres metros de la superficie. Como consecuencia de la colisión, explotaron las calderas del barco y a partir de ahí se desató la tragedia: el capitán del barco, junto con los oficiales fueron los primeros en subir a un bote salvavidas, abandonando a pasajeros y tripulación a su suerte. Hubo casi 500 muertos, a pesar de que el barco, partido en dos, tardó muchos días en hundirse. Los pescadores de Cabo de Palos consiguieron salvar muchísimas vidas y se convirtieron en los héroes del momento. La tragedia conmovió a la sociedad de la época aunque como los pasajeros eran en su mayoría inmigrantes italianos pobres, no tuvo la repercusión del Titanic.

Los restos del buque reposan ahora en las sumergidas laderas del Bajo de Fuera, reserva integral desde 1995 donde solo se permiten algunos tipos de pesca artesanal. Hasta entonces se podían visitar libremente, pero tras su declaración como zona protegida –Reserva Integral de las Islas Hormigas– solo es posible bucear con titulaciones del MAPA y obteniendo una serie limitada de permisos en la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno Regional de Murcia, organismo que regula la reserva y tramita los permisos. Hoy día, el Sirio está perfectamente integrado en el paisaje submarino, totalmente colonizado por miles de ejemplares de gorgona mediterránea.

03 Un museo bajo el agua

CANCÚN (MÉXICO)





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Escultura ‘Anthropocene’, de Jason de Caires Taylor, en el Museo Subacuático de Arte, en Cancún (México). / musamexico.org

La costa caribeña de México es uno de los destinos más clásicos para el buceo. Sus arrecifes coralinos esconden muchos parajes submarinos bellísimos, pero el más artístico (y menos natural) está en Cancún: el Museo Subacuático de Arte (MUSA). El escultor británico Jason de Caires Taylor, junto a diversos artistas locales, han creado el mayor museo submarino del mundo, una institución sin ánimo de lucro en la que exponen sus obras bajo el agua: más de 470 esculturas, algunas bastante extrañas, pero en cualquier caso sorprendentes, como La última cena, Apatía o Anthropocene, presidida por un Volkswagen Escarabajo.

El concepto expositivo es similar al de cualquier museo, la única diferencia es que las obras están bajo el agua. Con el paso del tiempo (el museo fue creado en 2009), las esculturas se han cubierto de algas y están creando una formación similar a un arrecife, un nuevo hábitat para los peces de la zona. El MUSA puede visitarse en inmersiones guiadas pero también en un barco panorámico (con ventanales en la bodega), apto para todas las edades, y en excursiones de snorkel.

04 De visita en el palacio de Cleopatra

ALEJANDRÍA (EGIPTO)





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Buceo entre restos arquelógicos en Alejandría (Egipto). / alex-dive.com

La excavación submarina de los antiguos palacios de Alejandría, sumergidos a escasos metros de profundidad en el moderno puerto de la ciudad, es una de las aventuras arqueológicas más apasionantes de nuestros tiempos. Desde 1996, con modernas técnicas de exploración, se están realizando espectaculares hallazgos de piezas y de edificios, entre ellos el famoso Palacio de Cleopatra y los restos del faro que alumbró la civilización ptolemaica. Los arqueólogos franceses Jean-Yves Empereur y Frank Goddio han rivalizado en las últimas décadas por descubrir más esfinges, obeliscos y columnas y, poco a poco, la ciudad fundada por Alejandro Magno en el año 331 antes de Cristo, una de las grandes metrópolis de la Antigüedad, va saliendo a flote.

En ella vivieron filósofos como Euclides y Estrabón, se alzaban dos de las grandes maravillas del mundo antiguo (el Faro y la Biblioteca) y el escenario de dos de los grandes romances de la historia: los de la reina Cleopatra con Julio César, primero, y Marco Antonio, más tarde. La Alejandría de esos tiempos era una ciudad magnífica, con más de 100.000 habitantes, numerosos palacios y templos, así como una biblioteca que albergaba casi medio millón de papiros. Muy cerca se construyó el Faro, de 130 metros de altura. Parte de su barrio real, con templos, palacios y jardines, estaba en el Portus Magnum, al este de la ciudad. Esta antigua corte no se destruyó por completo –como se pensaba– cuando los terremotos y olas gigantes acabaron con la ciudad; sus restos se encuentran bajo las aguas del Mediterráneo.

Entre los hallazgos actuales lo más llamativo es, probablemente, los restos del antiguo Faro de Alejandría, pero hay muchos más: de obeliscos a efigies, y de colosales estatuas de gobernantes egipcios a monedas, objetos de uso cotidiano, enormes columnas y cimientos de fastuosos edificios, uno de los cuales fue el palacio de Cleopatra que los arqueólogos se empeñan en sacar a la luz. Muchos de sus tesoros están completamente intactos, cubiertos de sedimentos que los protegen del agua salada.

Alejandría está a dos horas de El Cairo. Para bucear en el puerto se puede contratar una inmersión a través de una agencia autorizada para excursiones de buceo en el puerto. Toda una experiencia para aficionados al buceo y, sobre todo, a la arqueología.

05 Rezar bajo el agua

PORTOFINO (ITALIA)





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Un submarinista junto al Cristo del Abismo, cerca de Portofino (Italia). / Zac Macaulay/getty

En agosto de 1947, el italiano Darío Gonzatti murió mientras buceaba en la bahía de San Fruttuoso, entre Camogli y Portofino, no muy lejos de Génova. Su amigo Duilio Marcante, también buceador, decidió erigir una estatua de Jesucristo justo en el lugar donde había muerto Darío y donde, afirmaba, se le había aparecido Jesús mientras meditaba bajo el agua. El llamado Cristo del Abismo fue instalado a unos 15 metros de profundidad, una escultura de bronce de 2,5 metros que representa a Jesús pidiendo por la paz y la seguridad para todos los pescadores, marineros y buzos. Sus manos y su cabeza apuntan hacia el cielo. Tras la muerte de Marcante se colocó una placa conmemorativa al lado del Cristo.

Existen dos copias de la estatua italiana: la primera se encuentra en la costa de Saint George, en la isla caribeña de Granada. La estatua fue un regalo de los italianos a la ciudad por la ayuda que sus habitantes proporcionaron a los tripulantes del barco italiano Bianca C cuando se incendió en el puerto de Saint George en 1961. Originalmente la escultura fue colocada bajo el agua, pero más tarde se sacó a tierra firme y hoy se encuentra en el puerto.

La segunda copia del Cristo está en Estados Unidos. También fue un regalo de los buzos italianos en 1962 a la Sociedad de Buceo Americano. El agosto de 1965 la escultura fue instalada en el fondo del mar, a unos 8 metros de profundidad en los arrecifes de corales Dry Rocks, en Cayo Largo (Florida).

06 Pecios para principiantes

ISLAS CAIMÁN Y VANUATÚ





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Buceando sobre la cubierta del ‘U.S.S. Kittiwake’, en Islas Caimán. / P. Vuckovic/getty

Los barcos naufragados tienen algo muy especial que alimenta nuestra imaginación. No hay más que pensar en la fuerza narrativa que sigue teniendo todavía la historia del Titanic, o la poderosa atracción de los galeones españoles hundidos en el Caribe. Sea por lo que sea, los pecios (barcos naufragados) son uno de los grandes atractivos para buceadores y fotógrafos. Entre ellos hay muchos buques de guerra y los más antiguos se han convertido en yacimentos arqueológicos a los que no se puede (o no conviene) acceder.

Entre los de más fácil acceso está el U.S.S. Kittiwake, en las Islas Caimán. Está en aguas poco profundas y esto permite bucear todo el día y con permisos básicos. Es ideal para principiantes en este tipo de inmersiones. Hundido expresamente hace muy pocos años (en 2011) a poca distancia de la zona de Gran Caimán, en la playa de Seven Mile, el Kittiwake, de 76,5 metros, ha sido preparado para eliminar riesgos a los posibles buceadores: se quitaron puertas y escotillas para que cada camarote tuviera varias salidas. Se puede bucear en sus cinco niveles y son especialmente interesantes la cabina del piloto, con su timón y su compás, las salas de recompresión y la campana artificial de buceo.

Otro de los pecios de fácil acceso es el U.S.S. President Coolidge, el barco hundido más grande del mundo, en Vanuatu. Desde la playa de Espíritu Santo es casi como una estación de esquí, con docenas de vías marcadas perfectas para buceadores principiantes y de nivel medio. Se trata de un crucero de lujo transformado en barco militar en el que todavía se pueden descubrir máscaras de gas, cascos, rifles e instalaciones propias de su condición, desde la zona de carga a los quirófanos.

07 Una misteriosa ciudad sumergida

POPHEI (MICRONESIA)





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Ruinas de Nan Madol, en la isla de Pophei (Micronesia). / Michael Runkel/getty

En la isla de Pophei, en la lejanísima Micronesia (que en otro tiempo fueron nuestras islas Carolinas), se encuentra uno de los lugares más misteriosos del planeta. Las ruinas de Nan Madol ocultan bajo las aguas una ciudad sumergida que supera, según algunos, los 12.000 años de antigüedad. Los aficionados a los misterios sitúan aquí una de las ciudades del continente perdido de Mu (o Lemuria), una civilización del pasado mucho más avanzada que la nuestra. Lo cierto es que no se sabe casi nada de cómo, cuándo y para qué se construyó aquel asentamiento a base de gigantescos bloques de basalto sobre 91 islotes artificiales.

Han corrido numerosas leyendas e interpretaciones de lo más diverso. En 1939 apareció en la prensa alemana que unos submarinistas japoneses habían hallado en los fondos de la isla de Pohnpei trozos de platino que formaban parte de un tesoro submarino. Después corrieron noticias de que en la zona oriental de la isla se habían encontrado misteriosas construcciones sepultadas por la jungla: un sistema de canales, muros ciclópeos, ruinas de fortificaciones y palacios… Los submarinistas hablaban de calles sumergidas bien conservadas y recubiertas por corales, numerosas bóvedas de piedra, columnas y monolitos. Se hablaba incluso de panteones y momias encerradas en sarcófagos de platino.

Hoy se sabe que Nan Madol, conocida como la Venecia del Pacífico, fue la capital de una antigua dinastía hasta el año 1.500 después de Cristo, aproximadamente. Fue una ciudad de canales, en cuyo centro había un palacio para los nobles y un espacio para los ritos funerarios. Probablemente no vivían en ella más de mil personas, pero era el centro del poder. Actualmente forma un complejo arqueológico que se extiende más de 18 kilómetros cuadrados, con arquitectura megalítica y casi cien islotes artificiales (de piedra y coral) rodeados por canales. Lo más llamativo es el islote de Nandauwas, donde hay paredes de entre 6 y 8 metros de altura en torno a un recinto funerario central. El gran misterio es cómo llegaron aquellas enormes piedras hasta allí. Los arqueólogos creen que fueron transportadas a bordo de balsas desde la cantera; los amantes de los misterios prefieren pensar en conjuros de magia negra. Para llegar hasta allí es necesario un permiso y pagar una pequeña cantidad de dinero.

08 Parking submarino en el Mar Rojo

SHARM EL-SHEIK (EGIPTO)





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Viejas motocicletas en la bodega del ‘U.S.S. Thistlegorm’, hundido en el Mar Rojo (Egipto). / Reinhard Dirscherl/getty

Los aficionados a las historias bélicas de la Segunda Guerra Mundial tienen auténticos tesoros sumergidos en mares y océanos de todo el mundo. Como el U.S.S. Thistlegorm, un barco mercante británico que dos bombas hundieron en 1941 en el Mar Rojo, cerca de Sharm el-Sheik. Todavía conserva la mayor parte de su carga a bordo, como una flota de camiones Bedford y otra de motos Norton 16H. Se puede bucear en las salas del antiguo buque, pero no hay que confiarse mucho: se encuentra a 30 metros de profundidad con el babor de la popa ligeramente torcido, lo que lleva a muchos buceadores a desorientarse.

09 Mala vida en el fondo del mar

PORT ROYAL (JAMAICA)





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Inmersión en aguas caribeñas, en Jamaica. / Rodger Klein/getty

En otros tiempos, Port Royal fue la capital de Jamaica y la ciudad con mayor concentración de piratas, prostitutas y ron del Nuevo Mundo. También fue famosa por ser la única urbe que se hundió en América. Era la sede del gobierno británico en la isla y su principal base pesquera y comercial durante el siglo XVII, pero en 1692 un gigantesco terremoto dejó la ciudad enterrada en la arena y más de 2.000 muertos. Los tsunamis posteriores erosionaron cada vez más el terreno y la dejaron sumergida, pero no destruida. Por eso, los arqueólogos han podido encontrar edificios casi intactos, tal y como estaban en el momento de la catástrofe. Tras este terremoto, la capital se trasladó a la actual Kingston. En 1981 comenzaron las investigaciones arqueológicas en la parte sumergida de la ciudad.

10 Entre galeones cargados de oro

VERACRUZ (MÉXICO)





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Escultura de Humberto Peraza en el puerto de Veracruz (México) / Witold Skrypczak/getty

Durante siglos, Veracruz fue el puerto de llegada y salida de galeones cargados de oro y, por ello, una zona repleta de piratas y saqueadores en busca de botín. Muchos de estos buques de valiosa carga terminaron en el fondo del mar. Aunque no hay precisión sobre el número de naufragios, la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha documentado al menos 500 galeones hundidos en el Golfo de México durante los 300 años de dominio de la corona española.

Más allá de pecios históricos, cuyas coordenadas permanecen en secreto gracias a la protección del Instituto Nacional de Antropología e Historia –es el caso del bergantín Sommers, que se fue a pique en 1846–, hay hundimientos de épocas más recientes que permiten a submarinistas principiantes y expertos bucear entre los restos de un naufragio. Por ejemplo, los restos del vapor El Hidalgo, cerca de Isla Verde (uno de los más populares), o el Ana Elena, que reposa sobre la arena en el arrecife de Anegada de Afuera.

A estos naufragios naturales, causa de temporales, abordajes o accidentes, se unen los provocados por las autoridades mexicanas para facilitar el buceo de forma segura y, simultáneamente, reducir el tránsito de submarinistas por sus delicados arrecifes naturales, auténticos jardines submarinos de riquísima fauna declarados Área Natural Protegida. Uno de estos pecios acondicionados es el cañonero C-50 Rivapalacio, que parece continuar navegando por la forma en que está posado sobre el lecho marino. Los diferentes niveles del barco permiten bucear a distintas profundidades y que los submarinistas más experimentados puedan adentrarse en su interior, contemplando sus salones o la sala de máquinas, casi siempre, con algo de luz natural.

Más información en www.lonelyplanet.es





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Restos del pecio ‘USS Kittiwake’, en la playa de Seven Mile, en las Islas Caimán.

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