El desierto de Atacama en Chile es el más pequeño y el más árido de cuantos existen. Concentra una infinita variedad de paisajes: volcanes, salinas, geisers… que parecen tremendamente inhumanos, hostiles. De hecho, lo son. Sin embargo, no hay nada en ellos que resulte agresivo. Nada rompe la perfecta armonía.
La ancestral y a menudo fatal atracción por los volcanes, tan imprevisibles como eternos, me ha llevado a iniciar aventuras a menudo con ellos como protagonistas. Tan imprevisibles como eternos, simbolizan la capacidad de destrucción, pero también la creadora vitalidad de la Naturaleza. Es un viaje en el tiempo y en el espacio siguiendo las huellas de dioses y héroes, que entremezclaron la leyenda y la realidad de los grandes volcanes.
El Licáncabur tiene la forma de una pirámide casi perfecta, tanto que ni el más megalómano de los faraones pudo imaginar monumento funerario tan sublime. Enigmática, sabia, serena, la montaña rezuma tranquilidad y hasta las piedras parecen querer susurrarnos su misterioso pasado.
Mientras supero la canal de piedra que no parece acabarse nunca, comprendo la fascinación que llevó al hombre a buscar respuestas y rodear de leyendas las altas montañas.
Cerca de la cumbre del Licáncabur el soplo de vida es tan tenue, que sólo respirar supone un esfuerzo.
Sólo en la cumbre del Licáncabur es comprensible el misterio y la fascinación que hizo de este volcán durante siglos la montaña sagrada de los incas. En el fondo de su cráter centellean, al roce del sol, las aguas verdes de una pequeña laguna. Una leyenda afirma que en ellas reposa el fabuloso tesoro del Inca, que aún nadie ha encontrado.
Capuchinos camino del cerro Toco, que ubicado frente al volcán Licancabur, tiene una altura de 5.600m.
Los volcanes Licáncabur y Juriques, desde el cerro Toco.
Desde la cumbre del cerro Toco hay una vista espectacular de distintos volcanes y cerros de la cordillera de los Andes. Desde allí se puede ver incluso la Laguna Verde, en Bolivia.
El Salar de Atacama es el depósito salino más grande de Chile. Su cubierta es blanca y rugosa y en él se encuentran lagunas de color azul intenso y de orillas blancas, manchadas por el polvo del desierto.
El Tatio (el abuelo que llora), el valle de las fumarolas o geiser se encuentra entre volcanes en la frontera entre Chile y Bolivia. Es un campo geotérmico ubicado en la Cordillera de los Andes a unos 4.200 m. de altitud. ), del que emergen imponentes columnas de humo a través de las fisuras que tiene la corteza terrestra y que se originan por el contacto de ríos subterráneos de agua helada con rocas calientes.