Los Volcanes de Ecuador

Me encuentro en Quito dando unas conferencias y visitar las maravillosas islas Galápagos. Pero antes me he dado una vuelta por los volcanes que rodean Quito con mi buen amigo Iván Vallejo, un hombre al que ayudé a completar el periplo por las 14 cimas de más de ocho mil metros y que es un hombre amable y gradecido, que se ha volcado con nosotros en esta primera visita al Ecuador. Que no será la última pues es muy posible que el proyecto Hushé lo traslademos a tierras ecuatorianas. Hoy os quería contar como es este paisaje fascinante, de la mano de Iván Vallejo.

Los volcanes son una de las demostraciones más impresionantes de la Tierra. Es la imagen viva de uno de los mayores procesos creativos y destructivos, al mismo tiempo, de la Naturaleza. Los volcanes de Ecuador han sido los creadores de una geografía fantástica, con momentos de furia incontrolable de los que ya hay noticias desde el siglo XVI cuando llegaron los descubridores españoles. Muy cerca de Quito se levantan algunos de los volcanes más bellos del planeta. Y sin duda los más famosos son el Cotopaxi (5.897 mts) y el Chimborazo (6.310 mts). Pero ambos forman parte de lo que aquí se ha dado en llamar el callejón de los volcanes, (fue bautizado como la avenida de los volcanes por Humbolt) una espectacular concentración de altas montañas de fuego que se elevan por encima de los cinco mil metros de altitud, originada por el empuje de la placa de Nazca que sumergida bajo las aguas del Pacífico se mueve lenta pero inexorablemente hacia el este colisionando contra la placa sudamericana, enterrándose bajo esta placa continental en un proceso conocido como subducción y que a la postre, originan estos espectaculares volcanes y también, los terribles procesos naturales que llevan asociados como las explosiones, las corrientes de lava y los terremotos. Podríamos resumir diciendo que en esta zona de los Andes del Ecuador casi todas las montañas, con unas pocas excepciones son volcanes. Y muchos de ellos están activos lo que hace que los lugareños hayan aprendido a convivir con los volcanes. Alguna de estas cumbres fueron objetos de adoración y de sacrificios humanos, quizás en un intento de aplacar la furia de los dioses. Luego los españoles harían procesiones con el mismo objetivo: intentar el milagro divino para librarse de las terribles consecuencias de una erupción volcánica. De hecho una de las cuestiones más paradójicas es porqué los hombres, a lo largo de la historia de la humanidad han vuelto una y otra vez a las laderas de estas montañas. Y la respuesta es sencilla: aunque los volcanes son fuente de destrucción también lo son de creación y desde muy antiguo los hombres aprendieron que las tierras que rodean los volcanes son mucho más fértiles.

La historia de estos volcanes puede resumirse en unas breves pinceladas de las que hablaremos hoy:

A partir de 1735 una expedición hispano francesa que lideraba Charles Marie de la Condamine (y de la que formaban parte Antonio de Ulloa y Jorge Juan, marinos ilustrados) llegó a Ecuador para, entre otros objetivos científicos determinar la longitud de un grado del meridiano terrestre y confirmar, o no, la teoría de Newton de que la Tierra era achatada por los polos y más ensanchada por el ecuador. (Este científico también descubrió el caucho, que tendría una gran importancia para la industria y la quinina, que sería durante 200 años el único tratamiento contra la malaria, y también pondría las bases del sistema métrico decimal). Con el descubrimiento de esta expedición, de que la Tierra es más achatada en los polos la cima del Chimborazo se convirtió no en la más alta de la Tierra, (que ya sabemos que es el Everest y 2500 metros por encima del Chimborazo) y como era tenida hasta entonces, sino en el punto más sobresaliente del planeta, es decir en el punto más cercano al sol, y el punto más elevado del planeta midiendo desde el centro de la Tierra. Y si el Chimborazo es la montaña más alta del Ecuador y uno de los volcanes activos más altos del mundo, el Cotopaxi es uno de los más bellos, probablemente, si me preguntaran a mi yo diría que es el volcán más bello de la Tierra y eso es lo que hace que sea mucho más escalado e intentado por los montañeros que, a cientos, intentan alcanzar su cima.

En 1799 el alemán Alexander von Humboldt obtuvo permiso de la corona española, el rey era Carlos IV, para realizar una expedición a América. Humboldt es considerado el padre de la geografía moderna, sobre todo de la geografía física. En España hizo una parada en Tenerife, como era normal en aquellos tiempos, y aprovechó para ascender al Teide, que como otras veces he comentado, fue considerada durante mucho tiempo la montaña más alta del mundo. Resulta curioso que Humboldt en el transcurso de esta innovadora expedición escalase dos de las montañas consideradas las más altas del planeta. En 1802 ascendió al Guagua Pichincha, un volcán cercano a Quito, y en realidad no llegó a la cima del Chimborazo, aunque se quedó muy cerca, efectuando un extraordinario estudio del clima, la fauna y la flora de la región. Cuando ya era mayor este geógrafo seguía considerando un orgullo el haber sido “el único en haber alcanzado lo más alto del mundo”. Así que habría que esperar hasta 1880 en el que Edward Whymper y los guías italianos los hermanos Carrel ascendieron por dos veces el Chimborazo, por rutas diferentes. Se da la paradoja de que Whymper y Carrel habían sido adversarios por ser el primer conquistador del Cervino. A la postre lo sería el inglés quien en 1965 lograría ser el primero en pisar la cima de una montaña considerada inaccesible hasta entonces. Sin embargo durante el descenso cayeron al vacío cuatro de los siete primeros ascensionistas, siendo uno de los mayores dramas del alpinismo ocurrido hasta entonces. Carrel lograría pocos días después la segunda ascensión por la vertiente italiana. Estos dos hombres que eran los más fuertes y preparados y los que compartían la pasión por doblegar a la última montaña de los Alpes “imposible”, deberían haber unido fuerzas, pero por cuestiones nacionalistas que influyeron en el italiano no lo fueron (y quien sabe si de esa forma no se hubiera producida la tragedia) no lo hicieron y sus caminos se unieron luego para demostrar en el Chimborazo, que formaban una de las cordadas más fuertes de todos los tiempos. Whymper apenado y amargado por la muerte de sus amigos, se retiraría de las montañas y sólo volvió a escalar en los Andes del Ecuador formando cordada precisamente con su adversario y contrincante en el Cervino.

Me gustaría terminar con una frase que dejó escrita y que de alguna forma representa el profundo sentimiento de estas dos grandes aventuras en montañas separadas por un océano, y también el noble alma de este alpinista inglés. Hay veces que me he emocionado al leerla pues creo que muchos de los alpinistas veteranos podríamos hacerla nuestra:

“Veo los grandes picos con sus cumbres nubladas, pareciendo levantarse hasta el infinito; oigo la música de los distantes rebaños… y de las solemnes campanas de iglesia; huelo el fragrante aliento de los pinos; y cuando todo eso se desvanece, otro cortejo de pensamientos se presenta: recuerdos de hombres que fueron rectos, valerosos y sinceros… hay alegrías demasiado grandes para ser descritas con palabras y hay dolores sobre los que no me atrevo a extenderme”.

 

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