Mohamad Janua: Muerte de un porteador

Este es uno de esos post que nunca me gustaría escribir, pero que tampoco quiero dejar pasar. Con él vaya mi homenaje a uno de mis buenos amigos desde hace treinta años; uno de esos porteadores leales y duros como las piedras que forjaron el Karakorum: Mohamad Janua, que falleció hace unos días en Pakistán, en ese territorio donde la vida cotidiana es tan dura que la rutina se convierte en riesgo.

Mohamad Janua. Foto: Sebastián Álvaro

Mohamad siempre nos acompañó en las expediciones más duras que hemos realizado. Cuando tenía que buscar para resistir en lugares o momentos duros siempre encontraba a Mohamad. En la primavera de 1996, cuando una nevada de más de un metro de espesor nos bloqueó el camino al campo base del Hidden Peak, fueron Mohamad y sus compañeros quienes se encargaron de abrir huella y de esta manera salvar la expedición. O en el invierno del 2003 en la primera expedición invernal al Broad Peak.
Ana Marcos en el valle de Gannak
La última vez fue este verano pasado cuando necesité ir al pie de una pared perdida en un valle no menos perdido. Subíamos al valle de Gannak, acompañados por Hanif (hijo del famoso porteador baltí Abdul Karim) y Ana Marcos, una periodista gamberra y marchosa de Microsoft que se atreve a ir donde sus compañeros varones se acojonan. Amenazado por continuos desprendimientos de rocas, Mohamad buscó una ruta segura en medio de los enormes bloques que cerraban el paso y nos devolvió a salvo al refugio.

Antes de irnos nos dimos un apretón de manos. Y me gusta recordarle así, con esas rugosas y encallecidas manos que tienen la gente noble del campo. Apenas hablaba inglés y casi nos entendíamos con gestos y miradas. Me gusta también recordar que son esos gestos, además del lenguaje, lo que nos hace humanos.
Mohamad con Hanif (hijo del famoso porteador baltí Abdul Karim). Foto: Sebastián Álvaro
Hace unos días volvía del hospital de Khaplu de ver a su hija y cerca de Hushé, su aldea natal, una avalancha cayó sobre el jeep en el que iba sentado en la parte de arriba. Los que iban dentro no se enteraron de lo que se les venía encima y Mohamad saltó en marcha para tratar de avisarles. Una gran piedra le golpeó en la cabeza y cayó fulminado. Paradójicamente el jeep quedó destruido pero los que iban dentro se salvaron todos. Todos, menos el bueno de Mohamad. Me gusta recordarle así, con su fortaleza y lealtad en bandolera. Como son los porteadores del Karakorum.

Mohamad en el 'segundo valle a la derecha'. Foto: Ana Marcos

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