Existen las laderas de piscinas naturales, bosques de piedra o islotes en mitad (literalmente) del Pacífico. Le invitamos a visitar, con la mirada, impresionantes paisajes que demuestran que por mucho mundo que uno haya visto siempre queda algo para sorprenderse. Por ejemplo, la psicodélica estampa que crea el cráter Dallol en el norte de Etiopía (rozando la frontera con Eritrea). A nadie se le ha derramado una tonelada de pintura fluorescente, su pigmentación se debe a la acción de un volcán subterráneo que envía hacia arriba agua hirviendo cargada de minerales que se depositan en la superficie.
Si a los ácidos burbujeantes les unimos el aire abrasador que flota en el ambiente –situado 60 metros por debajo del nivel del mar, Dallol ostenta el récord de temperatura media más alta jamás registrada: 34,4° entre 1960 y 1966; insistimos: de media–, parece evidente que estamos ante una de las coordenadas calientes de la geografía mundial. ‘Caliente’ también en sentido figurado: se trata de una franja conflictiva donde campan a sus anchas violentos grupos separatistas, razón por la cual los intrépidos viajeros a los que no les basta con ver estas calderas en foto, se desplazan hasta allí custodiados por guardias armados que se apostan en las laderas para ahuyentar posibles ataques.
Y por supuesto a bordo de un todoterreno hasta los topes de provisiones; allí no hay parada de autobús y no es un lugar en el que uno pueda esperar encontrar un merendero. No todos los paisajes que proponemos dan tanto miedo, continúe con nosotros.