Gerlinde y la aventura del K2

Fotografía de Sebastián Álvaro del K2.

Hace justo un año me parecieron la imagen misma de la derrota. Como todos los veranos me encontraba en el Karakorum cuando vi llegar a nuestro campamento a la austriaca Gerlinde Kaltenbrunner y su compañero Ralf Dujmovits. Regresaban nuevamente del K2 vencidos. Y entristecidos porque un amigo se había quedado en la montaña. No me aceptaron ni una taza de té. No querían ni hablar. Descansaron unos minutos y siguieron bajando hasta Hushé.

 

El K2 es una de esas montañas que marca un punto sin retorno: la que distingue a los buenos de los malos alpinistas, la verdad sin tapujos, sin medias tintas. Quien quiere subir a su cima debe arriesgar su vida. Así es la aventura del K2, no hay rutas sencillas, no está masificada, la mayoría de los alpinistas no utiliza oxígeno, en una palabra: no es el Everest.

 

Y no sólo es difícil y peligroso llegar a su cima, aún lo es más regresar al campo base. Una de cada siete personas que alcanzan la cumbre no llega al campo base para disfrutarla. Y lo sé muy bien porque he estado con mis equipos cuatro veces en el K2, por diferentes vertientes, alcanzando en dos de ellas la cima, por la vertiente norte y la sur. Y pagamos un precio muy caro por ello.

 

En 1994, precisamente en la misma ruta que ahora han escalado Gerlinde y sus compañeros, perdimos a un gran amigo, Atxo Apellaniz; Juanjo San Sebastián y Juanito Oiarzabal (en 2004) también sufrieron graves amputaciones.

 

Otro austríaco, Kurt Diemberger, lo sintetizó en una frase: “Hemos conseguido la cumbre del K2 y hemos dado todo lo demás a cambio”. Es el precio por intentar algo que se mueve en los límites de nuestras posibilidades.

 

La mejor mujer alpinista

 

Ésta era la montaña que le faltaba a la austríaca para completar su largo periplo por los 14 ochomiles. Ahora Gerlinde se ha ganado el derecho a figurar en lo más alto del Olimpo de los grandes alpinistas al convertirse en la primera mujer en escalar los 14 ochomiles sin botellas de oxígeno.

 

Si tuviera que decirlo, con absoluta honestidad, para mí se ha convertido en la primera mujer (sin desmerecer a la española Edurne ni a la coreana Miss OH) en la carrera de los 14. Ya lo era antes de conquistar el K2. Pero ahora sí puede decirse que se ha acabado la carrera.

 

A partir de ahora seguramente vendrán otras mujeres que las superarán, pero para la historia y la estadística, el día de ayer será un punto y aparte. Y su marido Ralf (que también tiene las 14 cimas, aunque pide que no se le incluya en las listas hasta que no termine el Everest sin oxígeno) ha tenido mucho que ver en este final. Le ha aconsejado que no fuera impaciente, que siguiera fiel a su estilo -que en alpinismo importa tanto como la cima, que ha sido el más limpio y comprometido-.

 

Su apuesta ha sido muy arriesgada, lo ha logrado en su séptimo intento y cuando la temporada ya se estaba terminando. Pero ha aguantado la apuesta del K2 sin desfallecer. Muy pocas personas han subido a la cima del K2 a finales de agosto, cuando ya han bajado las temperaturas una media de 10º en Skardú.

 

Además, la ruta de la cara norte del K2 es una de las más duras y casi siempre, como ha ocurrido en este caso, exige vivaquear a pelo por encima de los 8.300 metros, sea a la subida o a la bajada. Sólo alpinistas de la talla del argentino Sebastián de la Cruz o José Carlos Tamayo han logrado subir y bajar en el día, renunciando al uso de la cuerda, negociando con las puntas de los crampones una pendiente de, a veces, más de 60 grados y un abismo de 3.000 metros. En fin, como bien dice Bonatti, esta escalada podría reunir los dos requisitos imprescindibles de un buen alpinismo: la unión de ética y estética.

 

Me queda la duda de saber qué hubiera pasado si Edurne no hubiera entrado en la tonta carrera planteada por las dos coreanas, si ella también hubiera sido bien aconsejada y si se hubiera integrado en un buen equipo, como el que precisamente le facilitó su escalada en el K2 en el año 2004… pero eso es ya ciencia ficción.

 

Gerlinde ha demostrado que es una mujer valiente. No sé si, como ha dicho Messner, es la más fuerte, pero, sin duda, es la mejor.

 

Suerte en el regreso, con los dichosos ríos y los camellos -que, a punto estuvieron de costarme la vida hace quince años- y enhorabuena.

Un comentario

  1. Miguel Angel Olmo

    Amigo Alvaro. Mi admiración por tanta pasión y amor al alpinismo a lo largo de tantos años.

    De casualidad hace unos días me acordé de un documental que creo dirigiste tú mismo a comienzos de los ochenta. Recuerdo que al final se comentaba que uno de los alpinistas, creo que Manuel Martínez (Musgaño) y otra escaladora, Marisa Montes, habían fallecido intentando otra cima. ¿Podrías decirme el título de aquel documental? Muchas gracias.

    Miguel Angel Olmo

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